Y había muchas emergencias. La Paz Fría significaba que las partes
de Manhattan que habían pertenecido al Reino de las Hadas se las habían
quitado, y otros subterráneos se peleaban por ellas. Muchas habían sido las
noches en que Clary y Jace, junto a Alec, Lily y Maia, se sentaban para
intentar fijar algún detalle de la tregua entre vampiros/licántropos o detener
un plan de venganza antes de que comenzara. Magnus incluso había tejido
hechizos especiales así Lily podía ir al Instituto a pesar del hecho que era
terreno sagrado, algo que dijo Jace, por lo que él sabía, nunca se había hecho
por otro vampiro.
—Es sobre el High Line —dijo Maia. El High Line era un parque
público elevado construido sobre una antigua línea de ferrocarril en el lado
oeste, recientemente abierta al público.
—¿El High Line? —dijo Clary—. Qué,
¿estás de repente interesada en proyectos de desarrollo urbano?
Rebecca saludó a Lily.
—Hola, soy Rebecca. Tu delineado de ojos es increíble.
Lily ignoró eso.
—Porque esta elevación es una nueva parta de terreno en Manhattan
—dijo ella—, y por lo tanto no pertenece ni a vampiros ni a licántropos. Ambos
clanes han intentado reclamarlo como suyo.
—¿Realmente tenemos que hablar sobre esto ahora? —dijo Clary—. Es
la fiesta de compromiso de Isabelle y Simon.
—¡Oh, Dios! —Rebecca saltó—. ¡Lo olvidé! ¡Las diapositivas!
Se fue de la habitación, con Clary mirándola.
—¿Las diapositivas?
—Yo entiendo cosas como esas, es una tradición para humillar a los
futuros novio y novia con fotos de su infancia —dijo Lily. Clary y Maia la
miraron. Ella se encogió de hombros—. ¿Qué? Miro televisión.
—Mira. Sé que es un mal momento para molestarte —dijo Maia—, pero
el problema es que aparentemente hay un grupo de hombres lobo y vampiros
enfrentándose ahí ahora mismo. Necesitamos ayuda del Instituto.
Clary frunció el ceño.
—¿Cómo sabes que eso está sucediendo?
Maia le enseñó su teléfono.
—Acabo de hablar con ellos.
—Dámelo —dijo Clary gravemente—. Bien, ¿con quién estoy hablando?
—Leila Haryana —dijo Maia—. Es parte de mi manada.
Clary tomó el teléfono. Presionó el botón de remarcar, y esperó
hasta que la voz de una chica contestó al otro extremo.
—Leila —dijo ella—. Habla Clarissa Fairchild en el Instituto
—pausó—. Sí, la directora del Instituto. Soy yo. Mira, sé que estás en el High
Line. Sé que estás a punto de pelear con un clan de vampiros. Necesito que te
detengas.
Se oyeron ruidos de indignación. Clary suspiró.
—Los acuerdos siguen siendo los acuerdos —dijo ella—. Y esto los
rompe. De acuerdo a, umm, la sección siete, párrafo cuarenta y cuatro, estás
obligada a traer una disputa territorial al Instituto más cercano para
solucionarlo antes de empezar una pelea.
Más argumentos.
Clary los interrumpió.
—Dile a los vampiros lo que dije. Y estén aquí mañana en el
Santuario, temprano —pensó en el champan en el salón de música—. Tal vez no tan
temprano. Vengan a las once, dos vampiros y dos licántropos, y arreglaremos
esto. Sino, serán considerados enemigos del Instituto.
Hubo quejidos de aceptación.
Clary pausó.
—Bien —dijo ella—. Adiós, entonces. Ten un buen día.
Colgó.
—¿Ten un buen día? —dijo Lily, alzando las cejas.
Clary gimió, regresándole a Maia su teléfono.
—No soy buena con las despedidas.
—¿Qué es la sección siete, párrafo cuarenta y cuatro? —Maia
preguntó.
—No tengo idea —dijo Clary—. Se me ocurrió.
—No está mal —admitió Lily—. Ahora voy a regresar al salón de
música y decirle a Alec que la próxima vez que lo necesitemos, tendrá que
apresurarse o yo podría mordisquear a alguno de sus niños.
Salió enfadada en un remolino de faldas.
—Voy a prevenir que suceda ese desastre —dijo Maia de prisa—. ¡Nos
vemos, Clary!
Se fue, dejando a Clary reclinarse contra la gran mesa en medio de
la habitación, tomó profundas y calmadas respiraciones. Intentó imaginarse en
un lugar tranquilo, tal vez en la playa, pero eso sólo la hizo pensar en el
Instituto de Los Ángeles.
Jace y ella habían ido ahí un año después de la Guerra Oscura para
ayudar a reconstruir el lugar, había sido el Instituto más dañado de los que
Sebastian atacó. Emma Carstairs los había ayudado en Idris, y Clary se sintió
protectora de la pequeña niña rubia.
Se pasaron un día archivando libros en la nueva biblioteca, y
luego Clary había llevado a Emma a la playa, para buscar conchas y esquirlas
marinas. Sin embargo Emma se había negado a meterse al agua, o incluso verla
por mucho tiempo.
Clary le había preguntado si estaba bien.
—No es por mí que me preocupo — Emma había dicho—. Es Jules. Haría
cualquier cosa, si sólo Jules estuviera bien.
Clary le había dado una larga mirada, pero Emma, mirando la puesta
de sol, no se dio cuenta.
—¡Clary! —la puerta se abrió. Era finalmente Isabelle, luciendo
radiante en un vestido de seda purpura con brillantes sandalias. En el momento
en que se paró en la habitación, empezó a estornudar.
Clary se irguió rápidamente.
—Por el Ángel… —el epíteto de cazadores de sombras salió de ella
sin pensarlo, cuando alguna vez le había parecido un dicho extraño—.
Vámonos.
—Tulipanes —dijo Isabelle en voz ahogada mientras Clary la dirigía
hacia el pasillo.
—Lo sé —dijo Clary, abanicando a la otra chica y preguntándose si
una runa de curación ayudaría con las alergias. Isabelle estornudó de nuevo,
sus ojos humedeciéndose—. Lo siento tanto…
—No es tu pulpa —dijo Isabelle, lo cual Clary tradujo como No es
tu culpa.
—¡Sin embargo lo es!
—Pff —Isabelle dijo sin elegancia, y agitó una mano—. No te
preocupes. Mejorará en un segundo.
—Ordené rosas —dijo Clary—. Juro que lo hice. No sé qué pasó. Iré
con los floristas y los mataré mañana. O tal vez Alec lo haga. Parece asesino
esta noche.
—Nada está arruinado —Isabelle dijo en una voz más normal—. Y
nadie necesita ser asesinado. ¡Clary, me voy a casar! ¡Con Simon! ¡Estoy feliz!
—sonrió con alegría—. Solía pensar que era algo débil darle tu corazón a
alguien. Que podrían romperlo. Pero ahora lo sé mejor. Y es gracias a Simon.
Pero también gracias a ti.
—¿A qué te refieres con que gracias a mí?
Isabelle se encogió de hombros un poco tímida.
—Es sólo que tú amas mucho. Tanto. Das demasiado. Y siempre te
hizo más fuerte.
Clary se dio cuenta de que estaba llorando.
—Sabes, al casarte con Simon significa que vamos a ser hermanas,
básicamente, ¿cierto? ¿La persona que se casa con tu parabatai no es como tu
hermana?
Isabelle lanzó sus brazos alrededor de ella. Por un momento se
sostuvieron la una a la otra en las sombras del pasillo. Clary no pudo evitar
recordar los primeros gestos amistosos que ella e Isabelle habían tenido hacia
la otra, hace mucho, allí en los pasillos del Instituto. No sólo estaba
preocupada por Alec, estaba preocupada por ti, también.
—Hablando de amor, y cosas románticas —dijo Isabelle con una
mirada juguetona, alejándose de Clary—, ¿qué tal una boda doble? Tú y Jace…
El corazón de Clary dio un vuelco. Nunca había sido alguien buena
en esconder sus expresiones o sentimientos. Isabelle la miró, perpleja, a punto
de preguntar algo —probablemente si sucedía algo malo— cuando la puerta del
salón de música se abrió y luz y música se colaron en el pasillo. La madre de
Isabelle, Maryse, se asomó.
Estaba sonriendo, claramente feliz. Clary estaba feliz de verla.
Maryse y Robert habían finalizado su divorcio después de la Guerra Oscura.
Robert se había mudado a la casa del Inquisidor en Idris. Maryse había seguido
en Nueva York para dirigir el Instituto, pero se lo había cedido con gusto a
Clary y Jace pocos años después. Se había quedado en Nueva York, en parte para
ayudarles en caso de que algo fuera demasiado para ellos, pero Clary sospechaba
que era para estar más cerca de sus hijos, y su nieto, Max. Había más blanco en
su cabello de lo que Clary recordaba cuando se conocieron, pero su espalda
estaba recta, su postura aún de cazadora de sombras.
—¡Isabelle! —gritó—. Todos están esperando.
—Bien —dijo Isabelle—. Entonces puedo hacer una entrada —y unió su
brazo al de Clary antes de caminar por el pasillo. Las resplandecientes luces
del salón de música de repente estuvieron en frente de ellas, el salón llena de
personas que giraron y sonrieron al verlas en la puerta.
Clary vio a Jace, como siempre lo hacía: siempre era el primer
rostro que miraba cuando entraba a una habitación. Aún seguía tocando, una
ligera y discreta melodía, pero él volteó a mirarla cuando entró en el salón y
le guiñó un ojo.
El anillo Herondale en su dedo brillaba en la iluminación de
docenas de globos con forma de estrellas que estaban dispersos en la habitación
—sin duda trabajo de Magnus. Clary pensó en Tessa, quien le había dado ese
anillo para que se lo diera a Jace, y deseó que estuviera allí. Ella siempre
amaba ver a Jace tocar el piano.
Hubo aplausos cuando Isabelle entró en la habitación. Miró a su
alrededor, entusiasmada, claramente en su elemento. Sopló un beso hacia Magnus
y Alec donde estaban sentados con Max y Rafe, quién estaba mirando con asombro.
Maia y Bat silbaron, Lily alzó su copa, Luke y Rebecca sonrieron con alegría, y
Maryse y Robert miraron con orgullo mientras Isabelle dio un paso adelante y
tomó la mano de Simon.
La cara de Simon se llenó de felicidad. En la pared detrás de él,
las diapositivas que Rebecca había mencionado se estaban reproduciendo. Una
frase enmarcada estaba en la pared: El matrimonio es como una larga
conversación que siempre termina muy rápido.
Raro, Clary pensó. Mórbido. Vio a Magnus poner su mano sobre la de
Alec. Alec estaba mirando las diapositivas, Rafael en su regazo. Fotos de
Simon, —y unas pocas de Isabelle; los cazadores de sombras no eran grandes
fotógrafos— aparecían y desaparecían en la pared negra detrás del clavecín.
Había de Simon de bebé, en los brazos de su madre —Clary deseó que
hubiera podido estar ahí, pero el conocimiento de Elaine de los cazadores de
sombras era nulo. Por lo que sabía, Isabelle era una linda chica que trabajaba
en un salón de tatuajes—. Y de Simon cuando tenía seis años, sonriendo con dos
dientes caídos. Simon de adolescente con su guitarra. Simon y Clary de diez
años, en el parque, bajo una lluvia de hojas de otoño.
Simon vio la foto y le sonrió a Clary, sus ojos arrugándose en las
esquinas. Clary tocó con sus dedos su antebrazo derecho, donde estaba su runa
parabatai. Esperó que pudiera ver en sus ojos todo lo que sentía: que él era su
ancla, la base de su niñez y su guía en su vida adulta.
A través de una lluvia de lágrimas se dio cuenta que la música se
había detenido. Jace había cruzado la habitación, susurrándole a Alec, sus
cabezas juntas. La mano de Alec estaba en el hombro de Jace y asentía.
Por mucho tiempo había visto a Jace y Alec y había visto a dos
mejores amigos. Sabía lo mucho que Jace amaba a Alec, lo supo desde la primera
vez que Alec había sido herido y Jace —cuya serenidad era tremenda— se había
deshecho. Había visto la forma en que él miraba a cualquier persona que dijera
algo malo sobre Alec, sus ojos estrechándose, de un dorado mortal. Y pensó que
entendía, pensó en mejores amigos, de la forma en que ella y Simon lo eran.
Ahora que Simon era su parabatai, entendía mucho más. La forma en
que eras más fuerte cuando tu parabatai estaba ahí. La forma en que eran como
un espejo que te mostraba tu mejor lado. No podía imaginar el perder a un
parabatai, no podía imaginar el infierno que sería.
Mantenlo a salvo, Isabelle Lightwood, pensó, mirando a Isabelle y
Simon, tomados de la mano. Por favor, mantenlo a salvo.
—Clary —había estado perdida en sus pensamientos que no había
visto a Jace alejarse de Alec y acercarse a ella. Estaba detrás de ella ahora;
podía oler la colonia que le había dado por Navidad, el débil olor de su jabón
y champú, sintió la suavidad de su chaqueta mientras él entrelazo su brazo con
el de ella.
—Vámonos…
—No podemos escabullirnos, es nuestra fiesta…
—Sólo por un segundo —dijo él, en esa voz baja que hacía que las
malas ideas parecieran buenas. Lo sintió dar un paso atrás y lo siguió; estaban
casi cerca de la puerta de la sala de estrategia, y se deslizaron por ella
inadvertidos.
Bueno, casi inadvertidos. Alec los estaba viendo irse, y mientras
Jace cerraba —y aseguraba— la puerta detrás de ellos, levantó sus pulgares
hacia Jace. Lo cual Clary pensó que era algo serio, pero no le prestó mucha
atención, en gran parte porque Jace se acercó a zancadas hacia ella con una
mirada de determinación en su rostro, la tomó en sus brazos y la besó.
Todo su cuerpo se estremeció, de la forma en que siempre lo hacía
cuando la besaba. Nunca se aburría, cansaba, o se acostumbraba a ello, no más
de lo que imaginaba que alguien se cansaría de una hermosa puesta de sol,
música perfecta, o su libro favorito en el mundo.
Tampoco pensaba que Jace se había cansado de ello. Al menos no por
la forma en que la sostenía, como si cada vez pudiera ser la última. Era a
menudo de esa forma con él. Sabía que él tuvo una infancia que lo dejó inseguro
sobre el amor, y frágil como el cristal en ocasiones, y ella intentaba ser
consciente de ello. Estaba preocupada de la fiesta y los invitados en el otro
lado, pero se dejó relajarse en el beso, su mano contra su pecho, hasta que
finalmente se detuvieron para respirar.
—Wow —dijo ella, pasando sus dedos dentro del borde del cuello de
su camisa—. Supongo que todo el romance, y los pétalos de flores cayendo del
cielo tuvieron su efecto en ti, ¿verdad?
—Shh —él sonrió. Su cabello dorado estaba despeinado, sus ojos
pesados—. Déjame disfrutar el momento.
—¿Qué momento es ese? —miró alrededor, divertida. La sala estaba
oscura, la mayoría de la luz venía de las ventanas y una parte de iluminación
de debajo de la puerta. Podía ver las formas de instrumentos musicales, pálidas
imágenes cubiertas en sábanas blancas. Un piano de cola estaba contra la pared
detrás de ellos—. ¿El momento de escondernos en un closet mientras está la
fiesta de compromiso de nuestros amigos?
Jace no respondió. En su lugar la tomó de la cintura y la levantó,
sentándola en la tapa del piano de cola. Sus rostros estaban al mismo nivel;
Clary lo miró, sorprendida. Su expresión era seria. Se inclinó para besarla,
sus manos en su cintura, sus dedos agarrando su vestido.
—Jace —susurró ella. Su corazón estaba latiendo fuertemente. Su
cuerpo inclinado contra el de ella, presionando su espalda contra el piano. El
sonido de risas y música de la otra habitación cada vez menos claras; podía oír
la rápida respiración de Jace, recordó el chico que había sido, en el césped
con ella enfrente de la mansión Wayland en Idris, cuando se habían besado y besado
y ella se había dado cuenta que el amor podía cortarte como el filo de una
espada.
Podía sentir su pulso. Su mano se deslizó, acariciando el tirante
de su vestido. Sus ojos brillando en la oscuridad.
—“Verde para reparar nuestros corazones rotos” —citó él. Era parte
de una rima nefilim, una que Clary conocía bien. Sus pestañas acariciaron su
mejilla; su voz era cálida en su oído—. Tú reparaste mi corazón —susurró él—.
Recogiste los pedazos de un chico roto y enfadado, y lo convertiste en un
hombre feliz, Clary.
—No —dijo ella en voz temblorosa—. Tú hiciste eso. Yo sólo… te
animé desde las gradas.
—No estaría aquí sin ti —dijo él, tan suave como música contra sus
labios—. No sólo tú, Alec, Isabelle, e incluso Simon, pero tú eres mi corazón.
—Y tú eres el mío —dijo ella—. Lo sabes.
Él la miró. Sus ojos eran dorados, firmes y hermosos. Lo amaba
tanto que su pecho dolía cuando respiraba.
—¿Entonces lo harías?
—¿Hacer qué?
—Cásate conmigo —dijo él—. Cásate conmigo, Clary.
El suelo pareció moverse debajo de ella. Vaciló, sólo por un
segundo, pero se sintió como una eternidad; podía jurar que un puño estaba
apretando su corazón. Vio cuando la confusión comenzó cruzar el rostro de él, y
entonces hubo una explosión y la puerta de la habitación se abrió en una lluvia
de astillas.
Magnus entró, luciendo agitado, su cabello negro levantado y su
ropa arrugada.
Jace se alejó de Clary, pero sólo ligeramente. Sus ojos estaban
estrechados.
—Diría: “¿No sabes tocar?” Pero parece evidente que no —dijo él—.
Sin embargo estamos ocupados.
Magnus agitó una mano desdeñosamente.
—He interrumpido a tus ancestros haciendo algo peor —dijo él—.
Además, es una emergencia.
—Magnus —dijo Clary—, más vale que no sea sobre las flores. O el
pastel.
Magnus se burló.
—Dije una emergencia. Esta es una fiesta de compromiso, no la
batalla de Normandía.
—¿La batalla de qué? —dijo Jace, que no estaba involucrado en la
historia mundana.
—La alarma conectada al mapa se encendió —dijo Magnus—. La que
señala la magia nigromántica. Hubo una ráfaga de ella en Los Ángeles justo
ahora.
—Pero iba a dar un brindis —dijo Jace—. ¿No puede esperar el
apocalipsis?
Magnus le dio una mirada oscura.
—El mapa no es preciso. Pero la ráfaga fue cerca del
Instituto.
Clary se enderezó, alarmada.
—Emma —dijo ella—. Y Julian. Y los niños…
—Recuerda, la última vez que sucedió no fue nada —dijo Magnus—.
Pero hay un par de cosas que me preocupan —dudó—. Hay una gran convergencia de
Líneas Leyes no muy lejos de ellos. Lo revisé, y lucía como si algo hubiera
pasado ahí. El área estaba estropeada.
—¿Haz intentado contactar a Malcolm Fade? —Jace preguntó.
Magnus asintió con gravedad.
—No responde.
Clary se deslizó del piano.
—¿Le has dicho a alguien? —le preguntó a Magnus—. A parte de
nosotros, quiero decir.
—No quise arruinar la fiesta con una falsa alarma —dijo Magnus—.
Así que sólo le dije…
Una larga sombra apareció en la puerta. Robert Lightwood, con un
saco sobre su hombro; Clary podía ver sobresaliendo las empuñaduras de varios
cuchillos serafín. Se detuvo ante la vista de Clary y Jace despeinados y sus
rostros ruborizados.
—… a él —concluyó Magnus.
—Discúlpenme —dijo Robert.
Jace lucía incómodo. Robert lucía incómodo. Magnus lucía
impaciente. Clary sabía que no estaba muy encariñado con Robert, aunque su
relación había mejorado desde que Alec y Magnus habían adoptado a Max. Robert
era un buen abuelo en la forma en que nunca había sido un buen padre: dispuesto
a sentarse en el suelo para jugar con Max y ahora con Rafe también.
—¿Podríamos dejar de actuar raro sobre la vida sexual de Jace y
Clary y ponernos en marcha? —preguntó Magnus.
—Eso te toca a ti —dijo Clary—. No puedo hacer el portal… no vi el
mapa. Tú eres el que sabe a dónde vamos.
—Odio cuando tienes la razón, bizcocho —dijo Magnus en un tono
resignado, y chasqueó los dedos. Luces azules iluminaron la habitación como
luciérnagas, un extraño efecto hermoso que se convirtió en un amplio
rectángulo, un reluciente portal a través del cual Clary podía ver el contorno
del Instituto de Los Ángeles, el largo tramo de lejanas montañas, el oleaje del
océano.
Podía oler agua salada y salvia. Jace se movió a un lado de ella,
tomando su mano. Sintió la ligera presión de sus dedos.
Cásate conmigo, Clary.
Cuando
regresaran, tendría que darle su respuesta. Sintió aprensión. Pero por ahora,
primero tenían que ser cazadores de sombras. Con la espalda recta y la cabeza
en alto, Clary atravesó el portal.
Porqué Clary no saltó a los brazos de Jace gritando locamente sí?
ResponderEliminarAhhhhhh! Ahora estoy demasiado nerviosa :'(
Gracias ;) !
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSolo quiero seguir leyendo mas acerca de ellos!!! Gracias por subir esto ;)
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Gracias por subir esto! ¡Me ha encantado!😍😍💜
ResponderEliminarAhhh Mil gracias por subir esto los amo!!
ResponderEliminarMas sobre cazadores de sombras😍😍😍se que en mi otra vida fui una😌❤
ResponderEliminarMas sobre cazadores de sombras😍😍😍se que en mi otra vida fui una😌❤
ResponderEliminarMe encantó yo de Clary le digo síiiiiiii ni lo pienso con esa declaración ♡♡♡♡
ResponderEliminarHay mas partes?
ResponderEliminarno
EliminarMil gracias por subir!!!! Nunca me canso de leer del mundo nefilim!!!♡
ResponderEliminarYo quiero más!!!
ResponderEliminarNo me esperaba nada de eso, clary tonta como siempre no dijo nada, bueno debo decir que me quede anonadada igual que ella. jajajjaja
ResponderEliminarHola quiero ganar los libros por que siempre me a encantado leer pero nunca tenia dinero o para comprarlos o para descargarlos ahora trabajo para tener una biblioteca en mi casa seria mi sueño leere todo de los libros que publicas pero solo pondre este mensaje en todos por que me gusta reservar mi comentario espero ganarme esos libros :)
ResponderEliminarPD: estoy participando en el concurso
❤❤❤
ResponderEliminar¡Que hermoso x2! Me encanta ❤❤.
ResponderEliminarSaluditos 🌼.
#GiveawayETDL
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQuiero leerlo cuando me haya leído Lady Midnight
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